viernes, 10 de diciembre de 2010

Cuéntame un cuento y verás que contento...

EL CABALLERO Y LA PRINCESA.

Hubo una vez
una historia de amor
entre un guapo Caballero
y una preciosa Princesa,
él con el corazón de hierro,
ella con los labios de fresa.

Ella le dio calabazas
pero él no bajo la guardia,
y mientras iban del castillo a la labranza,
a veces cantaba:

“No me pidas que te mienta,
no me obligues a decir
que no soñé contigo
ni con tu boca perfecta.
No hagas que te mienta
no me obligues a decir
que no pensé en ti
ni en tu boca perfecta.”

Y el Caballero aguerrido
se conformó con ser su amigo,
aún estando herido.

A ella, él en el fondo le gustaba,
y él nada se guardaba,
y le tiraba sus lanzas,
y mientras iban a la lucha diaria,
a veces cantaba:

“Sólo quería darte un beso,
poder abrazarte,
y que fueses mi Princesa
por un instante.
Robarte un beso,
poder amarte,
a escondidas,
sin dañar a nadie.”

Como la Princesa ya estaba prometida
con un Príncipe al que quería,
no quería herir a ninguno
y su corazón se dividía.

Canción a canción,
poema a poema,
la Princesa cayó en los brazos del Caballero,
como embrujada, como habiendo tomado veneno.

Y se asustaron,
y el Caballero fue desterrado.
Y se fueron alejando.

Pero el Caballero,
de ella se seguía acordando
y en su destierro seguía cantando:

“Qué preciosa eres,
qué luz que tienes,
cada día me lo alegras,
por eso me gusta verte.
Te has convertido en la ilusión,
el sinsentido de mi razón,
tu luz, tu boca, tu timidez,
tu cuerpo, tu cara, tu corazón,
el sinsentido de mi razón”.

Y esperando en el destierro,
el Caballero murió,
pero nunca murió su amor,
y en aquel castillo hay un fantasma
que cuando la Princesa
a solas se queda, a veces canta.

Y si prefieres otro final,
como el que yo quiero,
piensa que la Princesa
acabó con el Caballero.

1 comentario:

  1. Preciosa letra, amigo, yo sigo viendo, como tú, caballeros y princesas a cada paso que doy.

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